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Jueves, 15 de Julio de 2010 09:58
“El que peca y reza empata”

Industrias extractivas y REDD: legitimando la expoliación y la destrucción

Por: Diego Alejandro Cardona y Tatiana Roa Avendaño. Julio de 2010

Cambio ClimáticoEl pasado 20 de abril estalló la plataforma petrolera Deepwater Horizon, a 1.600 metros bajo la superficie marina en el Golfo de México, provocando el vertimiento de miles de barriles de petróleo. Las declaraciones de la trasnacional británica BP, informan que la plataforma petrolera bajo su operación está vertiendo 5 mil barriles diarios, pero estas son estimaciones modestas de acuerdo a otras instituciones, que consideran que en realidad podrían estarse vertiendo más de 10 y hasta 30 mil barriles de crudo diariamente, e incluso, “científicos del gobierno (estadounidense) calculan ahora que una cantidad de petróleo igual a la del Valdez puede estar entrando en las aguas costeras del Golfo cada cuatro días”.

La mirada está sobre lo que sucede en el Golfo, no solo por la dimensión del desastre sino por estar ubicado en el territorio estadounidense. Las repercusiones de esta situación podrían afectar amplias zonas cuando las corrientes marinas desplacen el crudo derramado a lugares impredecibles. El reventón del pozo petrolero frente a la costa del Missippi pone en evidencia la fragilidad de una industria que no logra tener respuestas tecnológicas frente a los continuos incidentes que no sólo ponen en riesgo la vida de las personas que laboran en ella sino también los territorios donde desarrollan sus actividades. La industria petrolera es por su naturaleza riesgosa y sucia, y aunque las voces de los afectados han sido silenciadas por su inmenso poder, son numerosos los pueblos que se levantan para denunciarla.

Esta situación es aún más grave con la ampliación de nuevas fronteras extractivas sobre los océanos, las selvas y los polos, amenazando pueblos ancestrales y territorios prístinos. Lo que sucede en el Golfo de México no es un hecho aislado, es simplemente el reflejo de una industria que ha provocado los mayores desastres ambientales en el mundo, y proporciona el combustible que sostiene el sistema capitalista: el petróleo. Su quema es señalada como la principal causa del cambio climático.

Sin duda, la explotación hidrocarburífera provoca una alta tasa de destrucción de la biodiversidad en el mundo, así como agudos conflictos sociales y ambientales a comunidades locales que son víctimas de desplazamientos, enfermedades, violencia y degradación social de sus territorios.

Lo curioso es que aunque las evidencias científicas confirman que la quema de fósiles, principalmente hidrocarburos, es el principal emisor de gases de efecto invernadero, las respuestas que se promueven desde las Naciones Unidas y la institucionalidad internacional no muestran mucha voluntad para enfrentar el problema y evitar su extracción y quema y, la deforestación asociada a los procesos de colonización petrolera. En su lugar, promueven falsas soluciones al cambio climático. Es el caso de la estrategia de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Evitada, mejor conocida como REDD, que pretende “pagar por la conservación” de las selvas del planeta.

De esa manera, empresas o gobiernos del Norte que auspicien el pago de esos proyectos ya sea por la vía de fondos públicos o del mercado de carbono, estarían contribuyendo a la solución de la crisis climática. Como quien dice, que “el peca y reza, empata”.

REDD no sólo no ataca la raíz del problema del cambio climático, también esta lleno de problemas operacionales y éticos, porque permite que las empresas continúen sus actividades extractivistas y que continúe la deforestación, la degradación, la expoliación y los conflictos sobre las comunidades locales, incluso en las áreas de los proyectos REDD, mientras se restringe las actividades de las poblaciones que tradicionalmente han habitado estos territorios.

Con un doble discurso, las poderosas empresas del extractivismo manifiestan apoyar y financiar proyectos REDD como una forma de contribuir a la conservación de las selvas y la vida misma, mientras siguen ampliando las fronteras extractivas en la búsqueda de petróleo y minerales amenazando territorios sagrados que pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos han sabido conservar. De esta forma se lucran por dos lados, participando en proyectos de REDD y extrayendo las riquezas del subsuelo. Veamos algunos casos para ilustrar esta situación.

“Conservando” aquí, destruyendo allá

Son significativas las evidencias que nos indican que estamos saliendo de una era del petróleo fácil a una nueva de petróleo dificil. Por ello no es raro que la industria petrolera se encuentre abriendo camino hacia lugares antes jamás explorados, lejanos, complejos y, prístinos. Lo que se juega en la actualidad, son los últimos refugios naturales donde han logrado sobrevivir pueblos ancestrales y en el que han logrado conservar gran parte de la megabiodiversidad.

Ante estos graves conflictos que provocan, las empresas petroleras buscan caminos para lavar su imagen y compensar su deterioro. REDD les cae “como anillo al dedo” puesto que les facilita de un lado, utilizar un maquillaje verde para las empresas que se presentan como ambientalmente responsables y de otro, otorgar permisos para que la exploración y explotación petrolera continúe en otras áreas, pues la destrucción provocada en una región será compensada por su financiación de proyectos REDD y/o por la compra de “créditos de carbono”.

Por ejemplo, la destrucción de las selvas del piedemonte en el Casanare, Colombia por cuenta de la extracción petrolera que realiza la British Petroleum (BP), podría ser permitida y legitimada mediante la participación de la empresa en el proyecto REDD del Parque Nacional Noel Kempff Mercado en Bolivia. Son bien recordadas las denuncias de campesinos y campesinas del piedemonte llanero (Casanare, Colombia), donde la BP se asentó hace dos décadas. Durante las actividades de sísmica, importante nacederos de agua se perdieron y años después, los procesos de inyección de agua, empezaron a tomar la riqueza hídrica de los importantes ríos de la región, dejando a poblaciones campesinas e indígenas sin agua o con limitaciones para su uso. Estos son sólo unos ejemplos de los numerosos casos de proyectos petroleros en comunidades ancestrales y territorios con alta importancia por su biodiversidad.

DOCUMENTO COMPLETO: redd_petroleras.pdf (8 págs, 133kb)

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